Bienvenidos a "La cantera de las Historias", blog literario de los alumnos de 2º de ESO del colegio Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro.
22 nov 2014

Érase una vez que se era, un pequeño pueblo con una exactitud de 527 habitantes. Entre ellos, un grupo de cuatro abuelitas. 

Esperen, un momento, situémonos. Váyanse a la Plaza Mayor del pueblo, esa donde podremos encontrar el gran ayuntamiento de Villalobos. Pues bien, en una de las callejuelas que se sitúan por detrás, allí salen todos los días, a todas horas, nuestras cuatro abuelitas.

Deberíais verlas, son el marujeo del pueblo, nadie puede saber más cosas que esas mujeres. Pero bueno, presentémoslas. Esa del trajecito verde con lunares amarillos y esa medallita del Nazareno siempre colgada en su cuello, es Paquita. Viuda del Sr. Don Enrique, ese que tenía un bigotillo tan gracioso. Con tres hijos y nueve nietos, repartidos en tres para cada uno. Es madre de Erika, una de las especialistas forenses más conocidas del país. Mientras que su hermano, Macius, no tiene ningún estudio, y a menudo, visita a Paca para que le de algún dinero para algún que otro piti, teniendo a cargo a tres niños pequeños a los que dar de comer. Por este motivo, Paquita acoge todos los días en su casa a sus nietos para comer. Pero aún nos falta el mayor, Enrique, titulado como su padre, y heredero de su puesto en la justicia. Paca tiene el calor de sus nietos e hijos, pero algunos días se siente tan sola, que necesita acudir al consuelo de las otras abuelitas. Entre estas, también podemos encontrar a Antonia, casada con Don Juan desde hace 40 año, es decir, toda una vida, pero aunque ella tenga una sonrisa que reluce como el sol, en casa todo es un calvario. Su marido es alcóholico, y cada noche llega a casa con un ciego que es increíble. Se ha parado cientos de veces a pensar en el refrán que dice: "Mejor sola, que mal acompañada". Pero también se para a pensar en qué haría este hombre sin ella, y en verdad, no vale la pena actuar ahora, después de toda una vida juntos. Así que ha llegado a la conclusión, de que para lo que queda en el convento, ella prefiere cagarse dentro. Y, al igual que Paquita, se siente muy refugiada en sus compañeras.

Deténganse, vayamos despacio, que aún nos quedan dos abuelas por presentar. Sí, sí, las dos gemelas. Ellas son Rosa y Angeles, esas que sin su virgen de la Macarena no viven. Desde pequeñas se han criado juntas, son dos mujeres solteras que residen en la misma casa. De jóvenes adoptaron a una preciosa negrita llamada África, y que a día de hoy, es una fantástica modelo con un hijo, Samuel, el nietecito que comparten estas dos abuelas y al que habitualmente suelen cuidar, dado el hecho de que Afríca suele estar mucho tiempo de viaje, de pasarela en pasarela,y su marido, el padre de Samu, Alberto, es militar y casi nunca está en el pueblo. Aunque ellas se sientan muy bien con su vida y se tengan mutuamente, a veces, necesitan salir a tomar un café y unas pastitas con Paquita y Antonia. Y realmente, no cuesta nada sacar la butaca de la playa por las noches y sentarse todas juntar a charlar un rato y a comentar los cotilleos que oyen. 

Y es cierto que el roce hace el cariño, pero estas abuelitas ya no pueden vivir la una sin la otra.

Colorín colorado, la vida de las abuelitas seguirá continuando.

4 comentarios:

J. A. Lucero dijo...

Un cuento genial! Te has adelantado a un género que aún no hemos estudiado en el colegio, el del costumbrismo.
Enhorabuena!

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Muchísimas gracias José. Cada comentario tuyo me motiva más y me hace mejorar poco a poco.

Unknown dijo...

Muy chulo el cuento Claudia¡¡