Bienvenidos a "La cantera de las Historias", blog literario de los alumnos de 2º de ESO del colegio Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro.
11 nov 2014
- En aquellos tiempos no necesitábamos nada.

-Te equivocas, lo necesitábamos todo.

-Deberíamos volver.

-Si, deberíamos.

Párate a pensar en este diálogo.
Un matrimonio que lleva más de medio siglo juntos, que han visto pasar muchas cosas, la evolución de  un pequeño pueblo a gran ciudad, guerras, posguerras...
Postrados en la cornisa de una azotea, observaban el atardecer. La tarde caía y no quieren irse.
Y es que en realidad, el tiempo, es la medida en la que la vida pasa. A veces rápido, otras lento.
Esto depende de con quien estas, las sonrisas por minuto que te saque.
No tiene precio pero a veces si, es demasiado caro, mucho más que ese bonito jersey cashmere de ocho hebras. Los hechos se guardan en palabras y se archivan. Hay quienes los reviven, y otros que los dejan aparcados en un rincón, como otras tantas cosas que nos da la vida.
Puede que ahora estés aquí, pero mañana no lo sabes. Ahora estas en boca de todos, mañana ni en el aire. Por eso hay que aprovechar las situaciones, tanto cuando te critican como cuando te alaban.

Esta es la reflexión de Valentina, que desde su habitación en el hospital, intento desahogarse, con el papel fiel aliado de los sentimientos. Los médicos no la entendían.
Ella quería conseguir mas y mas tiempo del que ellos le daban como esperanza.
Día a día, veía caer hojas, pasar coches, llegar ambulancias, quimioterapia, de vez en cuando alguna que otra visita. No le quedaba nada, solo la herencia de sus padres, un reloj de bolsillo bañado en oro.
Que irónico, hablando de tiempo, el objeto indicado.
Era tan solo una niña, no se ponía sería, jugaba con los problemas.

Un día de estos, en los que el clima te desgana de todo, la chica se puso frente al espejo. Veía en ella su reflejo. Ojos verdes, pelo castaño con betas rubias largo, tan largo que cepillarse lo era una tortura.
Entonces se dio cuenta de que había que reaccionar. Dejarse llevar es lo peor en estos casos, se recordó así misma.
Cogió del maletín de la animadora de la planta infantil, una peluca preciosa, con rizos de oro.
Ya que estábamos, un poco de maquillaje, que bien recordaba, el colore y el labial rosa le quedaba muy bien.
Con entusiasmo, se transformo como si de un reality show de cambio de look se tratara.
Fuera el pijama de hospital, dentro sus vaqueros ceñidos, sus mocasines color burdeos de charol, y para rematar camisa azul marina con detalles florales también a juego con los zapatos, estaba lista para el acta.

Le pidió a la enfermera un teléfono. Bajo el estruendo de los pasillos, Valen llamo a un antiguo amigo de la familia que compraba antigüedades.
Vendió el reloj, y se encargo de celebrar una fiesta de despedida para todo el hospital.
A la mañana siguiente, su contador se puso a cero, pero descubrió que al final, el amor que recibes, es igual al amor que das.
Y es que en realidad, vivir de buen humor, no se puede comparar con nada.

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