Bienvenidos a "La cantera de las Historias", blog literario de los alumnos de 2º de ESO del colegio Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro.
15 dic 2014

LA VIDA DE ANTHONY

Hola, me llamo Anthony y soy un caballero de la Edad Media que vive en Londres, Inglaterra. Os voy a contar una historia de como llegué a ser caballero.
Nací el 9 de agosto del 201 d.C. Mis padres, que eran nobles, me criaron en Londres, en un pequeño
feudo que se situaba a las afueras del país. De pequeños la verdad que no hacía mucho solo jugar y pasear por el feudo.
Por allí había toda clase de campesinos, mercaderes y artesanos. Me llevaba muy bien con Alvor, un herrero que me hacía cascos para jugar con mis amigos a los caballeros. De pequeño siempre me gustaron los caballeros por sus armaduras, espadas, yelmos y muchas cosas más. Mi padre y yo íbamos a todos los torneos y justas de la ciudad. Mi caballero favorito y por el que siempre votaba se llamaba Eric, un hombre de cabellos dorados, ojos verdes, nariz puntiaguda y de una piel tan blanca como la nieve. Un día ganó su septuagésima batalla y tiró su casco al público. Iba a caer cerca de mí pero, aunque me levantara y extendiera las manos, no iba a llegar. Entonces pegué un salto y lo cogí en el aire. Al caer me di un pequeño golpe contra la grada pero no me hice daño. Me levanté y ahí estaba Eric. El me preguntó:

  • ¿Te has hecho daño pequeño?
  • No, es solo un rasguño - Le respondí.
  • Tienes espíritu de caballero, chico. Quizás puedas apuntarte para ser caballero cuando seas un poco más grande. Ten, toma esto también.
  • ¡Gracias!

Me dio su espada. No me lo podía creer. Mi caballero favorito me dio su casco y su espada. Era como estar en un sueño. Después de darme la espada se dirigió a la ubicación de su trofeo. Era un trofeo grande, fabricado con oro y plata. Lo cogió y después se dirigió a la grada a dedicárselo a una dama muy guapa de pelo castaño, ojos azules, y otra vez de piel blanca como la nieve. La joven se abalanzó contra él y se dieron un beso en la boca. Era asqueroso pero bueno.
Cuando tenía 15 años me alisté para ser un caballero. Tenías que realizar duros entrenamientos durante horas y entrenarte con escudo y espada. Era divertido pero arriesgado, por lo menos esa opinión tenía yo de aquel entrenamiento. Después de entrenar me iba al castillo de mi padre y comía uvas y toda clase de alimento. Entre ellos el que más me gustaba era la carne. Aparte de eso comíamos verduras, y frutas como la berenjena y la naranja. También comíamos pan y arroz de vez en cuando.
En esa época tuve mi primer amor. Estaba paseando por el pueblo, iba a por alimentos, cuando vi a una bella damisela que se estaba peleando con su novio. Era rubia, tenía los ojos azules y posiblemente era la chica mas guapa que hubiera conocido.
La miré, pero ella estaba de espaldas. De repente vi que su novio abría la mano para darla un guantazo y me abalancé sobre él . Empecé a pegarle puñetazos y sentí como alguien me cogía de los brazos. Los guardias nos llevaron a nuestros castillos, contándoles todo lo que había pasado a nuestros padres, pero eso me daba igual. Por la noche me escapé por la ventana y me dirigí al establo donde ella dormía, ya que era un campesina. Me acerqué y abrí la puerta con cuidado. Y allí estaba ella, bella como ninguna. Me dirigí a su cama y le dije:

  • Eehh...Hola.
  • ¿Quién eres, qué haces aquí? - me respondió ella nerviosa y enfadada porque la había despertado.
  • Soy Anthony, el de esta tarde, el que se abalanzó sobre tu novio.
  • Ya me acuerdo, no te di ni las gracias por lo que habías echo por mí. Así que bueno, gracias.
  • De nada. ¿Como te llamas?
  • Me llamo Emma y ¿que haces aquí?
  • He venido para ver como estás y si quieres venir conmigo a ver la luna y las estellas.
  • Me encantaría.

Entonces nos dirigimos al campo que se situaba a unos metros de aquel establo tan grande. Nos sentamos y vimos la luna llena:

  • ¿Por qué me te has abalanzado contra mi novio?
  • Te iba a pegar.
  • Ya pero si no me conocías, ¿por qué ibas a hacerlo?
  • Verás es que...
  • ¡Es que qué!
  • Me gustas... - dije sonrojado.
  • ¿Te gusto?
  • Si, eres muy guapa y pareces simpática y amable.
  • Oooh, eres un cielo.
  • ¿Qui...quieres salir co...conmigo? - le dije yo sudando y tembloroso.
  • Si, quiero.

Entonces giré la cabeza y la besé. Era una noche mágica. Estrellas, luna, noche, ella, yo; en resumen la mejor noche de mi vida.
Al día siguiente mi madre se levantó y me despertó. Mi padre no estaba y me dijo que ayer me vio volviendo a mi habitación por la ventana. Le conté lo que había pasado y ella se quedó de piedra al saber que había besado a una campesina. Le dije que lo mantuviera en secreto y que no se lo dijera a nadie y menos a mi padre, que era el que peor se tomaba esa clase de cosas.
A los 18 años mi padre descubrió que salía con la campesina porque mi madre no aguantaba más y se lo tuvo que contar. La verdad que no se lo tomó tan mal como pensaba pero me regañó un poco. En esa época ya me había convertido en soldado. No era un soldado de élite pero pronto lo sería. Mi madre estaba orgullosa de mí y mi novia aún más. La llevaba a torneos y justas y mi padre se iba a la otra grada para no molestarnos. La verdad que tuve unos padres geniales.
Cuando cumplí los 20 años me convertí totalmente en un soldado de élite y decanté en mi primera batalla. Fue sangrienta, cabezas volaban por encima de la mía, hombres sin extremidades, todavía vivos, gritando de dolor...Era una auténtica matanza. Afortunadamente sobreviví a la matanza y regresé a mi casa sano y salvo. Mi novia y mis padres me esperaban a la entrada del pueblo, llorando de alegría por verme regresar de aquella batalla tan encarnizada. Lo primero que hicieron fue correr hacia mí y abrazarme con todas sus fuerzas, aunque estuviera manchado de sangre. A esa batalla llevé el casco y la espada que aquel hombre llamado Eric me dio en su septuagésima justa. Nunca me olvidé de ese momento en el que me entregó la espada.
A la edad de 25 años, el señor feudal de aquel feudo me nombró caballero de la corte. Ese fue uno de los días más felices de mi vida. Cuando terminó la ceremonia mi padre me dijo que estaba orgulloso de mí y nos dimos un abrazo bien fuerte. Mi novia se asentó en nuestro castillo y empezó a dormir en mi cama. También recibimos la visita del padre Emma y su mujer Evelyne. Les invitamos a cenar y después retornaron a su establo. Esa noche mi novia y yo nos besamos sin parar, nos queriamos y pontro llegaría el momento de casarnos.
A los 30 años, que aún seguía vivo de las tantas batallas que libré, mi novia y yo decidimos casarnos en la iglesia que se situaba delante de nuestra casa. Mi padre me dio el traje que él había llevado a su boda y mi madre le dio a Emma el vestido más bonito que yo nunca hubiera imaginado. Por la mañana los amigos y familiares de las dos familias se reunieron en la iglesia. El cura se llamaba Dave y era el cura más divertido del feudo. De vez en cuando te hacía reír durante varios segundos ya que contaba chistes muy buenos.
Un poco más tarde todo el mundo que se encontraba en la iglesia se calló y vimos como una luz hermosa se aproximaba hacia mi. Y allí estaba ella con su vestido de brillantes diamantes relucientes. Sin duda era la mujer más hermosa del reino, incluso de toda Inglaterra. Empezamos la ceremonia. El cura empezó a hablar pero no le hacía caso, ni yo ni Emma, ya que nos estabamos mirando sin parar. Cuando el cura dijo:

  • ¿Toma usted, Anthony, a esta mujer, Emma, como tu legítima esposa?
  • Si, la tomo.
  • ¿Toma usted, Emma, a este hombre, Anthony, como tu legítimo esposo?
  • Si, lo tomo.
  • Puedes besar a la novia.

Nos besamos con amor y pasión. La gente se levantó y aplaudió. Al salir de la iglesia, los niños más pequeños nos tiraron pétalos de rosas y margaritas. Por la noche celebremos un banquete enorme, con carne, que era mi favorita, verduras, frutas, cereales, pan y vino. Fue un día espectacular.
Cuando cumplí los 36 años, Emma y yo tuvimos un bebé. Lo llamamos Connor. Era un bebé fuerte y ya parecía tener los ojos de su madre. Cuando empezaba a llorar, su madre le cogía y le daba el pecho y se callaba. Y hasta ahora, sigo cuidando a Connor, que ya tiene 6 años y parece que le gustan mucho los caballeros y las justas medievales. Su madre sigue igual de guapa que de joven y yo, bueno, con unas cuantas cicatrices en varias partes del cuerpo, pero más feliz que nunca por haber tenido esta estupenda familia. Soy Anthony y esta es la historia de mi vida.

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